miércoles, 16 de abril de 2008

Un Sueño

Cien personas dijeron, sólo cien personas era lo presupuestado para que se presentasen. Pero publicar un aviso en el diario sin mucho tino puede llevar a esas confusiones y en vez de recibir cien, recibieron casi cinco mil.
Obviamente el espacio estaba pensado como máximo para doscientos. Pero eso no lo sabíamos los que hacíamos la fila hace horas para ver si por fin se nos cumplía nuestro sueño.
Un tipo un tanto gordito y bajo nos gritó, luego chifló, pero sólo los de adelante lograban escuchar, tuvo que tomar un megáfono para llegar a los oídos de todos, la única forma de que semejante cantidad de gente escuchara. La gran mayoría estaba sentada en el piso, tomando agua, fumando, algunos leyendo, llevábamos siete horas esperando, así es que el grito y chiflido pasó absolutamente desapercibido en ese momento, sólo cuando escuchamos la voz en el megáfono entendimos que por fin había llegado la hora.
Yo estaba vestida con ropa suave, un vestido blanco, suelto, sin sostenes y con sandalias de cuero. Hacía demasiado calor para pensar en otro tipo de ropa.
Empezamos a entrar, de a poco, calmados en un principio, pero nadie tenía idea que la cantidad de gente era tal que de la lentitud y tranquilidad íbamos a pasara ser un tumulto y a transformarse todo en embestida.
Nuestro sueño se iba transformando de a poco en una pesadilla. Cuando todos terminaron de entrar, quedamos casi petrificados en el milimétrico lugar que nos había tocado, pegados unos con otros, casi sin poder mover brazos ni piernas.
Estando en esta posición, bastante poco grata, algo transformó ese momento en algo extraño, raro hasta ese momento para mi. Sentí en mi espalda descubierta, dos pezones duros que se apretaban contra mi. No podía dar la vuelta y mirar, no podía ver quién era, pero me gustaba, me gustaba la sensación. Pude sentir su olor, olor a especies, canela, clavo de olor...no sé, algo por el estilo, pero era un aroma embriagador.
Yo empecé a respirar un poco más agitadamente, ya que la nueva sensación me estaba provocando un raro placer, ella lo notó y comenzó a apretar sus senos, grandes y suaves, contra mi espalda, trataba, mientras su cuerpo se lo permitía debido al escaso lugar, de moverse y hacerme sentir. Mi respiración se agitó aún más. También lo notó, por lo que deslizó su mano entre mis piernas, hasta encontrar mi humedad, meterse entre mi vestido era fácil, así es que poco le costó llegar. Con sus dedos empezó a acariciar mi vagina, de arriba hacia abajo, suave, muy suave..casi sólo con la yema de los dedos, mientras sus pezones se apretaban más y más contra mi. La excitación ya era casi incontenible, cosa que obviamente ya se hacía notorio entre mis vecinos, ella gozaba aún más dándose cuenta que yo estaba entre avergonzada y excitada por todo el surrealismo que me rodeaba.
Estaba tan húmeda que introducir sus dedos en mi no le costó nada, los metía y sacaba con mucha suavidad, para luego volver a acariciarme, sólo a acariciarme, los volvía a meter mientras mi cuerpo se comprimía tratando de aprisionar sus dedos, hasta dejarlos salir para que siguiera con sus caricias. Suavemente, muy suavemente, tuve el orgasmo más maravilloso de mi vida. Casi me desvanecí, no pude evitar mis jadeos ni gritos contenidos, gemidos suaves se escapaban, mis vecinos no podían entender qué pasaba, sólo ella era mi cómplice.
Apagaron las luces del lugar, todos se empezaron a movilizar a otro espacio, espacio que no podía ver, sólo me dejaba llevar.
Seleccionaron a veinte, al cabo de diez horas de sólo mirarnos, no sé cómo lo hicieron, pero sólo veinte de los cinco mil que éramos. Prendieron las luces, la gente se iba moviendo, tuve espacio para caminar, pero sólo había vacío, ya no estaba. No pude ver su cara, no pude saber su nombre, sólo me quedó su perfume y mis sensaciones. Sólo me quedó el placer que no ha vuelto a ser igualado.
Todavía la busco, todavía trato de encontrar ese olor a especies, a canela, a clavo de olor. Todavía te busco.

No hay comentarios: