jueves, 15 de octubre de 2009

Tolerancia...Cero?

Luego de un tiempo prudente de pololeo, decidimos vivir juntos, principalmente por un tema de costos y de facilidad de movilización, llámese esto último la plata de la bencina para ir desde las condes al Cajón del Maipo y viceversa.
El lugar elegido sería el Cajón, o sea en mi parcela. 1 – 0
Mi querido amor decidió que sería mucho mejor vender todo lo duplicado, esto es refrigerador, lavadora, aspiradora y entre los duplicados metió mi maravilloso Sony Wega Trinitron rauntraundguord, es decir, mi amada tele con tremenda pantalla y con parlantes incluidos, ya que, según él, su plasma de 45 pulgadas más su sistema de audio nos ayudaba a tener más espacio en la pieza. Con mucha pena le dije que mi Sony había sido comprado con harto esfuerzo y que era un excelente televisor. Trató de hacerme entrar en razón, yo traté de buscarle un lugar en mi diminuta casa de 40 mts2. Snif, con gran dolor se fue mi TV junto con los otros duplicados.1-1
La cama era un gran tema, ambos teníamos cama dos plazas, decidimos al unísino y por sanidad mental, comprar esas camas king doble shurraturra, bieeeen grandes, con haaaartas almohadas y con, sobre todo, haaato espacio. Empate.
Habíamos compartido algunos fines de semana juntos, yo iba a su casa la mayoría de las veces ya que salíamos a alguna parte y era más fácil volver a su depto. que a mi casa en el cajón.
Pensé que esas pequeñas experiencias nos preparaban para un “poder vivir juntos”
El primer día de convivencia y luego de haber vendido los duplicados y después de haber tenido unas peleas por cuál mesa de comedor dejar y cuál living, tema que se resolvió con el “cachipún” porque ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder y gracias a que yo soy seca pal cachipun, dejamos mis cositas de comedor y living.
Desperté nuestro primer día de convivencia, con un atroz olor a pucho. Miré en la otra punta de la cama y ahí estaba él, fumando a las 9 de la mañana de un día sábado, invierno, con las ventanas cerradas y mirando al infinito por la ventana. No sé si no lo había notado, estaba muy enamorada o qué, que no me había dado cuenta hasta ese minuto que este cristiano le gustaba fumar en las mañanas.
Lo miré con odio y luego de comerme la rabia, decidí hacer uso de mi pequeña cuota de tolerancia y decirle con mucho cariño: “amor, te molestaría fumar afuera?”, a lo que me respondió: “tay loca?, hay varios grados bajo cero!” a lo que le respondí con amabilidad: “ mi amorcito, podrías ir entonces a fumar a la cocina o al living? De verdad me molesta el pucho en las mañanas”.
A regañadientes, él y su pucho se fueron de la pieza. Yo, felíz, traté de seguir durmiendo.
Al rato, volvió, se metió corriendo a la cama, por el frío debió haber sido y zas, prendió la tele. Con tanto parlante la cosa sonaba como en tres dimensiones, sonidos que salían de las esquinas, del closet y hasta del baño! Pegué un salto, asustada, me incorporé y no me atreví a decirle nada ya que antes se había ido por su pucho.
Decidí levantarme, bien abrigada, le dí de comer a mis perras y fui a buscar el diario a la entrada de la parcela en mi bicicleta. Volví a la casa y en la cocina me preparé un exquisito desayuno. Desde los 15 años app. tomaba el desayuno en la cama los fines de semana leyendo el diario, no había mayor placer para mi que ese. Ya tenía 39 años, es decir, 24 años con la misma costumbre. Me gustaba preparar algo rico, harta leche, a veces unos huevitos revueltos, pancito calentito, mi camita rica, bandejita encima y diarios al lado para ir leyendo, top! Ese era uno de mis grandes gustos y por sobre todo, esto acompañado de un silencio maravilloso, sólo pajaritos cantando eran mi música de fondo.
Llegué a la pieza, ahí estaba mi amorcito, en la cama, viendo tele. Bue…me dije, nada que hacer, hay que ser tolerante.
Me acosté con mi bandejita y mi diario. Al rato el cristiano ya me había robado la mitad del diario, se había comido el pancito con mantequillita que se veía más rico, había comido la mitad de mi huevo y eso no sería nada grave si no fuera porque la tele seguía prendida, no había pajaritos de fondo, sólo los ruidos de la película de acción que estaban dando. En fin, dije…tolerancia.
Pasado el impass del desayuno, nos quedamos regaloneando un rato, no me gustaba mucho esa palabra, pero el niño era entero regalón y yo trataba de darle en el gusto. Había que ceder en algo, no?
Los planes de ese día eran arreglar la huerta y ver las filtraciones de mi bodeguita.
Yo me dediqué a revisar mis plantas, tenía tomates chiquititos, ruda, albahaca, menta, manzanilla, matico, romero y otras hierbitas de mi gusto. Me fascinaba la idea de empezar a cocinar y poder ir a mi huertita a sacar las hierbas que necesitaba para ese plato.
Mi cristiano se puso a arreglar las filtraciones de la bodeguita.
Ya había llegado la hora del almuerzo. Me fui a la cocina y con mi tablita de picar y mi cuchillo amado me puse a cortar ajito en pedacitos chiquititos para lo que iba a cocinar. Ya llevaba media cabeza de ajo cuando el cristiano aparece en la cocina y me dice: “no mi amor, ajo no” grande fue mi sorpresa ya que varias veces había cocinado con ajo y no me había dicho nada, es más, el ajo es algo imprescindible en mis platos. Plop! Cómo que ajo no? “ no pues ami amorcito, me patea el ajo”
Qué iba a ser de mi vida sin ajo???? Me quede muda unos segundos, pensando qué hacer, si tirarle la tabla por la cabeza o preparar su parte sin ajo o todo sin ajo. Opté por lo último, sólo por esta vez, pensé.
Comimos y conversamos, la lasgana de pimientos y berenjenas no era lo mismo sin ajo, pero en fin, la conversa estaba buena y el vino mejor.
Empezó a llover, con harto frío, por lo que pensé que podía nevar. Y efectivamente, al rato ya estaba nevando. La bosca estaba encendida. Partí volando a buscar a mis perras, quienes entraron con sus patas mojadas y su pelo mojado, ambas se sacudieron en la sala mojando las paredes, a mi me daba lo mismo, era madera y luego le pasaría un pañito. Acomodé sus cuchas al lado de la bosca, las dos se acostaron de inmediato, felices al lado del fuego. Mi cristiano estaba en el baño. Cuando salió les dijo a mis perras” fuera!” Yo, lo miré y le dije
“ahhh no, con nieve las perras duermen adentro” me contestó “ los perros son de afuera y afuera se van”. Nos embarcamos en una discusión sin fin, que tus perras, que yo soy más importante, que la limpieza, qué limpieza si yo soy la que limpio, que así no eran las reglas, qué reglas si nunca pusimos reglas, que yo no vivo con los perros en la misma casa, que no les digas perros, ambas tienen nombre, que sácalas o las saco yo, que atrévete a tocarlas, que no se mueven de acá, que entonces me voy yo, pues ándate, ah, está claro que prefieres a las perras que a mi, pues puede ser, pero las ninis no duermen afuera con nieve……y así…hasta que se fue.
Yo, muy enojada, me senté con mis perras al lado del fuego, y me puse a pensar.
No volvió esa noche. A la mañana siguiente, le dí de comer a las ninis, agarré mi bici y fui a buscar el diario, me preparé un rico desayuno, me lo llevé a mi cama junto con el diario. Abrí las cortinas, entraba un sol calentito, la tele estaba apagada, los pajaritos cantaban y yo, sola en mi gran cama, seguí con mi rutina de hace 24 años. Tolerancia, me pregunté, qué es la tolerancia?? Un día me duró el cristiano.

No hay comentarios: